Te convertiste en esa inspiración que llegaba cada mañana
en ese cosquilleo en el fondo de mi piel
En los momentos que escribía,
en el dolor más fuerte y la sonrisa más enorme
Eres esas madrugadas en las que me despierto a escribir
esa necesidad de un papel y una pluma,
te convertiste en el todo de mi nada
en el siempre de mis nuncas.

miércoles, 8 de abril de 2015

36.- °|||>

 Y él era diferente, tenía esa sonrisa diferente

esa voz ronca y fuerte que tanto extrañaba escuchar 
cuando se ocultaba o desaparecía por un par de días.
Daba esos abrazos perfectos, con esos brazos que 
te hacían sentir protegida, a salvo, que mientras
te encontraras envuelta en el nada podía ocurrir,
no importaba nada, y el tiempo se detenía.
Había algo en el que no veía en nadie más
algo que en las noches me hacía recordarlo, algo 
que me hacía pensarlo más de lo común.
Siempre fue mi gran incondicional, siempre iba a estar el ahí
cuando fuera, pasara lo que pasara, sabía que mientras 
los demás estuvieran dormidos, el estaría despierto, alerta,
para mí, para sostenerme antes de caer.
Y tal vez fue eso lo que siempre me llamo la atención de él,
entre tantas cosas, aunque la noche fuera obscura, siempre
era el esa estrella que alumbraba mi camino, no siempre 
podía observarlo, pero sabía que siempre estaría ahí.

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